Debes reírte de forma suave, delicada y decente. Hay que abandonar las risitas tontas, las risotadas y los alborotos, las risas indecentes, vulgares y groseras. Porque impiden el progreso espiritual y destruyen la serenidad mental y la actitud magnánima y seria. Los sabios sonríen con los ojos. Es una visión espléndida y emocionante. Sólo los aspirantes inteligentes pueden entender esto. Evita el infantilismo y la necedad.