Grosella chilena (Phyllanthus acidus) es más pequeña que la Grosella espinosa india (Emblica officinalis o Phyllanthus emblica) que se le denomina comúnmente Amla y Amalaki y quizá la planta más importante de la medicina ayurvédica, utilizada desde hace miles de años.
Durante el proceso de colonización del sur de nuestro país, muchos inmigrantes europeos trajeron desde sus tierras natales introdujeron especies vivas que vinieron a sumarse a la flora y fauna nacional, y que permitieron desarrollar cultivos nuevos.
Tal es el caso del grosellero (Phyllanthus acidus), arbusto de hasta 2 metros de altura oriundo de Asia y Europa que crece en climas templados y fríos. Su fruto es la grosella, que puede ser de variedad verde, roja, blanca o negra. Las grosellas crecen desde la región de Los Ríos hasta el extremo sur, y dan un fruto verde y agridulce, de muy bajo valor calórico y gran efecto antioxidante con gran aporte de Vitamina C ácido ascórbico vitaminas A B y E. Son una buena fuente de antioxidantes, los cuales ayudan a retardar el deterioro de la piel, tejidos y órganos.
Tiene propiedades laxantes, anti-cancerígenas y anti-inflamatorias. Si bien es cierto que sus potencialidades se han ido revalorando en los últimos años, su cultivo aún no está tecnificado.
Aunque susceptible a enfermedades como hongos, el grosellero es fácil de cultivar en escalas pequeñas, resiste bien las heladas y la falta de agua. Por otro lado, sus frutos sirven para hacer -además de espumantes- conservas, mermeladas, jugos y jarabes, haciéndolas un producto muy atractivo especialmente para quienes viven en regiones donde se hace necesario producir reservas para los fríos meses de invierno, cuando la fruta es escasa.